Silencio, caras largas, autocrítica, preocupación, desahucio… apenas algunas palabras que resumen el laberinto en el que el Muñeco está. Y seguir jugando partidos decisivos lo pone aún más en el foco de una incógnita sobre los que pocos se animan a aventurar una respuesta concreta: ¿cómo lo resolverá?
Las primeras reflexiones públicas ante decepciones previas siempre apuntaban a un futuro mejor, a pensar en el rearmado del plantel de 2026 y soñar con que, aún sin encontrar la lucidez futbolística necesaria, aún se podían cumplir los últimos objetivos de la temporada en las dos competencias nacionales. Pero su River volvió a fallar… y él también.
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A esta altura, ya parecen no ser suficientes los cambios en el equipo, las tácticas, la motivación, la camiseta o su sola presencia. Gallardo sabe que necesita algo más de sí mismo, además de la lógica crítica a lo que hagan los futbolistas adentro de la cancha. Y él solo sabe si eso que aún le falta dar, lo puede encontrar en este puñado de partidos decisivos que le quedan al año.
El laberinto en el que se encuentra perdido este River es el problema y el único que tiene la llave para salir es su entrenador. Por eso, en la semana más complicada que le toca afrontar desde que es entrenador, luego de apelar a una larga lista de futbolistas a lo largo del año, de haber realizado cambios que no cambiaron, y de haber apostado por algunas caras nuevas y otras tantas muy repetidas, Gallardo deberá decidir con quiénes se juega lo que viene.
De él depende volver a ver la luz al final de un túnel que está siendo mucho más largo y oscuro del que cualquiera imaginaba.
FUENTE: TyC Sports